martes, 1 de julio de 2008



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Caminaba sola.

¿Qué esperas de Hoy?

Estar orgullosa cuando sea Mañana.

Siguió caminando.




Hace tiempo que he olvidado las buenas costumbres. Al menos algunas buenas costumbres. Hace tiempo que me reprocho no estar dejándole escrito al Saltamontes (antes Murciélago, antes Habichuela) un diario, al menos unas anotaciones que, lea o no lea en el futuro (siento decir, no muy lejano), contribuyan a la flaca memoria de la despistada Mamá. Quiero acordarme de lo bueno y de lo malo hasta que el tiempo, censor y viejo amigo, convierta lo malo en menos malo y lo bueno en excelente.
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“Hoy me he despertado empapada. Mitad en sudor, mitad en lágrimas. Soñaba que abortaba, nada extraño, al fin y al cabo hoy era el día. No te conozco, no te noto, apenas te siento. ¿Cómo puedo, entonces, quererte como te quiero?

Nadas. En tu mundo exterior que es mi mundo interior, nadas. Yo creo que ya sonríes. Yo lo haría si estuviera en tu lugar. Sí, sonríes. Y te dejas llevar. Flotas, sueñas.

Dentro de poco quizás te chupes el dedo. Yo fui toda una campeona en eso. Y cuando mi fuera era el dentro de tu abuela ya lo hacía con pasión. Ellos oían ruidos extraños. A mí no me pillarán por sorpresa. Ahora sonrío yo.”


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