domingo, 5 de diciembre de 2010

Hoy.


Estás a paunto de cumplir años. Años en plural, madre mía. Da un poquito de vértigo esto. Miro lo que he pasado y trato de intuir lo que está por llegar, mañana mismo, entiéndeme... y tengo miedo. Miedo de que vuelva lo malo y no me deje ser como quiero ser. Como te mereces que sea.

Sé que más de una noche, envalentonada la noche a punto de dar paso al día, envalentonada yo por cosas que pasan cuando apenas hay luz y sí muchas ganas de recordar viviendo, he negado a voz en grito cualquier miedo del tipo que tengo miedo a temer. Añadiendo lo de "... y cuántos más". Pero ahora que hablo conmigo misma y no me puedo negar a escuchar(me), el grito entona otros versos y la noche amarga con otro sabor de boca.

Te quiero, ¿sabes? Sé que te lo digo un millón de veces al día, y tal, pero es que TE QUIERO. A veces te ríes. Otras me ignoras y me río yo. Luego te digo eso de "¡Eh!, hoy no me has dado ningún beso, ¡dame uno bien sonoro!" y me miras de lado con cara de ir a hacerte rogar. Pero corres y me besas. Y eso también lo aguantas más de una, más de dos y más de tres.

Hablo y me entran ganas de abrazarte (y sonrío).

Y hay deseos que se hacen realidad. Así que me voy a por ellos. Y además, tal vez hoy, también me deje abrazar. Y que se joda el miedo. Que se joda para siempre.


(Aquí y allá)