miércoles, 30 de enero de 2008

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Se asomó temblorosa por la ventana.

Vio libertad y quiso volar.

Luego le entró miedo. La tierra era inmensa. El cielo más.

Quiso que estuvieras ahí y que le dieras la mano.

Pero allí no había nadie.

Aún hoy sigue buscándote de nube en nube.

De árbol en árbol.

De sueño en sueño.

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viernes, 25 de enero de 2008

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¿Y por las noches qué harás...?

Después de batallar

entre sábanas de algodón,

miro cómo te levantas

llevándote mi mirada en tu piel,

para que te abrace con cada movimiento

tuyo.

Para que te teja mantita de terciopelo.

Abre los ojos, que yo te arropo

y sonríe de perfil el guiño de tu brillo

que me vuelve policroma,

que me moldea y soy jarra para que me llenes



de tu agua,

que riega desiertos yermos que aprenden a florecer

Y me vuelvo sirena y nado.

Floto, buceo, me abro, salto, grito, levito y te amo.


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jueves, 17 de enero de 2008




A veces puedes encontrar una piedra en la arena de la playa, entre las conchitas, luego puedes pensar que es un pez mágico que quería que le encontraras. Entonces te sientes especial y sonríes. Con cierta gente pasa igual. Y de un tiempo a esta parte no dejo de encontrarme entre la arena gente mágica. Y es por eso que, de un tiempo a esta parte, no dejo de sonreír.

Pero siempre me puede la cautela y me pongo a caminar de puntillas, con sumo cuidado. La vida me ha hecho acostumbrarme a las ausencias más lacerantes y ese viejo miedo a la pérdida sigue siempre agazapado en las orillas de mi camino. Yo lo sé y voy con cautela. Él lo sabe y a veces hasta noto como se frota las manos de gusto. Y pienso, “joder, si pudiera babear, el miedo babearía de puro placer”. Por eso mismo a veces me aterran las sombras, supongo. Porque si hay algún sitio donde el miedo campa a sus anchas, ese sitio es la sombra.

Lo peor de todo es saber que la cautela no es suficiente para frenar ciertas sombras, para alumbrar ciertos rincones. En esos casos sólo nos queda tragar, asimilar lo tragado y procurar reponernos cuanto antes, pero sin prisas. Reponernos de verdad, joder, que la vida es casi una constante pérdida, pero también es casi una constante victoria, aunque sea compuesta de “victoritas pequeñajas” que no endulzan amarguras, sí pueden secar lágrimas. De una en una, despacito, sin empachos y aprendiendo a “aprenderaseguir”. Y no es fácil, nada es fácil, ciertamente. Pero es que si hay miedos de por medio vives el problema antes de su llegada como si ya te oprimiera el pecho con su aliento pútrido y eso es un poco como sufrir dos veces, ¿no?, o sufrir por adelantado tal vez.

Y no sé, creo que me he perdido en mis propios pensamientos y esto no camina por donde debiera. Yo venía a hablar de las personas mágicas. Y de la importancia de cuidarlas. Y de la alimentación mutua y sincronizada que hace engordar esa magia como engordan los capones navideños. Yo venía un poco a hablar de ti. Y de ti, y de ti también.

Yo venía, hoy, a dar las gracias.

Y para eso no hay que dar más vueltas.

Gracias.



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jueves, 10 de enero de 2008

Desde que te vi




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Te vi.

Y me gustó lo que vi.

Te sentí.

Y también me gustó.

Y si me separo de ti
no entiendo el tiempo
ni entiendo la distancia.

Por eso te di una parte de mí.
Por eso me llevé parte de ti.

Intercambio.

Comercio justo...

De carne que sólo quiere vivir,
de sentimiento, de roce de cuerpos,
de estrellas vistas a la vez,
de manos sobre tu piel de colores.


Te vi.

Y ya no puedo cerrar los ojos.


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domingo, 6 de enero de 2008

Nuevo año, mismas sensaciones



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A veces volvía a casa sin caricias, casi a la hora de comer, se encontraba a sí misma encaminando sus pasos hacia casa de sus padres, sin especial interés. Simplemente porque no podría sentirse en casa en ninguna otra parte en ese momento. O sí podría, pero la distancia levantaba muros de piedra en el sentir cerca, en el sentir calor, en el sentirte.

Y miraba al horizonte y contaba pasos solitarios. Su rodilla se quejaba con un dolor palpitante y sordo. En cierto modo, eso le hizo sentir viva. Y pensó. Las caricias guardadas en el baúl del cariño no tienen porqué estar tan mal. Porque pueden esperar. Porque te van a esperar. Porque el aquí y el allí se va a confundir mañana al compartir un colchón de ninguna parte, de cualquier lugar.

La carne de gallina volvió al recuerdo de sus dedos apartando el pelo de su cara. El beso de bienvenida, primero del año, quién lo diría. Y ese decir te quiero mucho con toda la naturalidad del mundo. Con la sonrisa pintada y los ojos que buscan recovecos escondidos. Y así es difícil no quererte y lo sabes. Así es difícil no suspirar. Y suspira cuando te alejas por la calle abajo, entre la persistente niebla que cubría Madrid en la Noche de Reyes. Y un pensamiento. Te regalaría mi vida si con eso supiera que la fueras a compartir conmigo con esa forma de reír, de ir y venir, de casual casualidad y abrazo tímido. Y una certeza prendida de la solapa, para que la pueda oler acurrucada en la cama: me conformo con que seas mi amigo. Me conformo con verte mañana.

Y te regalará aire pintado en papel fotográfico. Y ojos de cartón de miradas que hacen cosquillas. Ya tenemos copia para la copia de la vida. Te la acercará cualquier día.



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