lunes, 27 de agosto de 2007

Colmillitos


Tenía hambre y poco tiempo que perder, pues estaba anocheciendo y la lluvia arreciaba. Volaba casi a ciegas siguiendo aquella luz tenue y temblorosa, cuando lo notó.


… Aquel olor…


Imposible resistirse ante semejante perfume. Aceleró, al tiempo que los tonos rosados comenzaron a tomar forma. Un poco más. Un último esfuerzo.


¡Oh!


Era el mejor aroma del mundo. Nada de lo que hubiese olido hasta el momento se podía comparar con esto. Cerró los ojos y se posó, a resguardo de la tempestad, por fin. Aspiró una vez más mientras notaba como aumentaba su apetito.


Y comenzó el festín.


Nadie le había dicho que él sería el primer plato.
...

1 comentario:

Rober dijo...

El azar me trae hasta las bellas fauces de una dionaea con hambre.
Hermoso blog. Un saludo.