miércoles, 14 de noviembre de 2007




Llegó hace poco más de dos meses. Estábamos tan cerca como para cruzarnos por la calle cualquier día. Y algo así sucedió. Con intermediario, es posible. Y eso yo no lo olvido, ¿cómo olvidar a uno de mis mejores amigos? Pero antes o después nos habríamos acabado conociendo, creo yo. Por las conexiones. Porque es imposible pensar que nos podríamos haber perdido tanto entendimiento, tanto sentimiento también. Tantos abrazos, tantas risas. Tantas fiestas, claro, habrá que decirlo todo, ¿no crees? Tanto de muchas cosas buenas. Tanto de todo lo que nos queda.

De repente esta chica es un must, que diríamos si hablásemos de moda. No soy yo muy dada a la moda, pero claro, teniendo una hermana como la que tengo, hay cosas que se asimilan casi sin querer. Y pienso, “ay tengo que llamarla y contarle que...” y con el teléfono en la mano me suena un mensaje suyo. “¿Unas cañas?”

Sí, unas cañas. No tardo en llegar.

Y hablamos. Y hacemos planes sin concretar sobre las cosas que nos gustaría hacer. Sobre viajes, ya he hablado mucho de esto últimamente. Y yo me recargo a su lado. Con Carol me pasa algo parecido, creo que ya lo he comentado. Pues con ella también. Porque rebosan cosas buenas. Ganas de hacer. Ganas de vivir. De saber. De ir y venir. Ganas de comprobar que una vida mejor es posible y que, además, está al alcance de todos los que se atrevan a saltar. Ganas de ser positiva. Ganas de abrirme los ojos que de tanto soñar se quedaron pegados.

Y viajaremos. Porque ya hemos empezado, ya no lo vamos a parar. Y nos conoceremos de la forma en que se conocen los que se dicen casi todo con una mirada. Porque eso ya nos ha empezado a pasar. Como el otro día, ya sabía en quién pensaba antes de preguntarme nada. Y sabía que pensaba en ese mismo momento. Lo dijo en voz alta y yo me sorprendí, porque creo que ella fue consciente de mis propios pensamientos antes que yo misma, ¿puede ser? No sé, pero así lo sentí. Tampoco importa demasiado que así sea. Si yo sólo quiero no ser siempre la que escucha, la que abraza, la que regala por el placer de regalar, la que no tiene hora mala si tú me llamas. Y puede que suene algo egoísta así dicho, pero nada más lejos de la realidad, porque yo no voy a dejar de ser como soy, sólo me voy a recargar para seguir siendo.

Y si encima me traes piel de gallina, tú ya sabes. He confesado, qué le vamos a hacer. Y me la pegaré, seguro. Pero quizás no sea tan descabellado jugársela de vez en cuando si lo que pretendo es ganar. Voy a ello. Vamos a ello, ¿vale? Por el camino iremos sembrando sonrisas porque eso se nos da bien.

1 comentario:

Anónimo dijo...

quizas lanzarse consista en eso en cerrar los ojos y dejarse caer dejar que tu cuerpo se precipite a un vacio que quizas este llno de plumas... o espinas... hagas lo que hagas estaré ahi... para curarte o apra regocijarme en tu dicha :d
sabes yo no me cruzo contigo por al calle pero estas aqui... a mi ladito

*suerte niña, esos momentos son los más duros