Llegó casi de casualidad
cuando la reina era oscuridad,
cuando aún me faltaba despertar.
Era un susurro quedo
al oído del destino.
Encendió la vela y con el humo
escribió su nombre en la arena.
Y me regaló motivos para respirar.
Ya es de noche sobre la fina arena.
Las sombras bailan con ganas
de querer ser mayores.
Que el azar no te impida necesitar
mi mano en tu mano haciéndote cosquillas
las carreras por la nuca...
el enredarse sin quererse desatar
el subir sin querer, ni poder, bajar...
Y si las alas no vuelan
que nos mueva el viento,
que nos mezan las olas...
con ganas de jugar,
que la mañana viene fría
y con tiempo para la caricia de un abrazo
en los brazos de sus brazos
un segundo antes de marchar.
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